El paciente, preocupado no solo por la intensidad de su dolor, muchas veces está inquieto por la posibilidad de que este síntoma se relacione con alguna lesión de más mal pronóstico. Cuando el paciente entrega datos muy claros de que su cuadro es tensional o vascular, y la presentación inicial o del examen físico es normal, uno tiende a no pedir exámenes, sin embargo, teniendo la más mínima duda personal, por último algo que no parece coincidir bien en la historia, o si el mismo paciente se muestra muy aprensivo con la situación debe pedirse exámenes con imágenes sin dudarlo. El electroencefalograma puede ser útil, pero no es el examen de elección cuando se trata de descartar una lesión tumoral.

Exámenes de sangre pueden ser útiles cuando hay un ambiente infeccioso. Las lesiones tumorales del cerebro no han demostrado ser hereditarias, ni menos contagiosas, pero cuando el paciente tiene un familiar cercano que ha fallecido por algo así. O incluso ha visto fallecer al vecino del frente con un diagnóstico similar es preferible dejarlo tranquilo con un examen que, hoy en día está bastante más a la mano como un escáner.